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martes, 26 de mayo de 2015

Otro cielo en Asturias

Vista desde el aire, Asturias resulta doblemente sorprendente. Imagina volar como un pájaro a ras de montañas o acantilados que elevan una ciudad a orillas del Mar Cantábrico. Desde las alturas, la ciudad crece y al mismo tiempo se vuelve diminuta como si de una maqueta que se extiende por el horizonte se tratara. Todo cambia a tu alrededor, excepto el mar, que se mantiene rebelde y poderoso a los pies. Y mientras uno se mantiene suspendido en el aire, surcando el cielo, la sensación de libertad y felicidad es abrumadora. Ahora imagina que el que vuela eres tú.

Vuelo en parapente con Fernando Cortina

Hacer parapente es una actividad que poco a poco cuenta con más aficionados. Al contrario de lo que se puede pensar, es un deporte con poco riesgo, siempre y cuando se practique en manos de monitores expertos. Se puede disfrutar de un vuelo sin ningún tipo de conocimiento previo en un paramente biplaza, el pasajero sólo tiene que dejarse llevar por un piloto experimentado que controlará el viaje en todo momento.

Fernando Cortina, piloto de parapente biplaza en Parapentalia, una de las compañías que ofrecen los servicios en Asturias, creó la empresa en 2013 debido a la falta de comercialización profesional de los vuelos en el Principado. “Viendo el nicho de negocio, convertimos nuestra afición en nuestro modo de vida”. Siendo un deporte poco conocido por el público en general, suscita un interés en aquellos, que por casualidad, lo descubren por la afluencia de zonas de vuelo. 

Cortina soñaba desde la infancia con pilotar aviones. En 1992 cayó en sus manos un reportaje sobre el parapente y, a partir de ese momento, despertó su ansia de aprender y practicar este deporte. “Con el paso de los años, su práctica conllevaba más emociones y aventuras en cada vuelo. Siempre buscaba nuevos retos y emociones que otros deportes no me aportaban.”

Ser piloto de un parapente biplaza requiere una responsabilidad absoluta. El asturiano no tiene miedo, pero si respeta los límites propios del ser humano y los que pone la naturaleza. Sin embargo, si se interpretan de forma correcta las condiciones meteorológicas y las del relieve, que pueden influir en la seguridad del vuelo, se puede realizar en las mejores condiciones de seguridad y disfrutarlo al máximo.

Aterrizaje durante la actividad

“Hacer parapente no es un deporte de riesgo, todo depende de las manos que lo manejen, al igual que un coche”. Fernando nunca se ha visto en una situación de peligro en la que perdiese el control durante un vuelo biplaza. En solitario, al inicio de su andadura, en alguna ocasión pasó dificultades por la inexperiencia. No obstante, la seguridad ha evolucionado en los parapentes y la probabilidad de accidente es cada vez menor.

La gran mayoría de personas que hacen este deporte son conscientes de lo que vivirán y lo hacen de forma voluntaria. No sienten miedo, pero si respeto. Aquellos que lo hacen por sorpresa, porque se lo han regalado en la mayoría de casos, son los que más nerviosos pueden estar. “Tal vez sea una actividad que nunca pensaron que harían o simplemente no la conocían”. 

La sensación de volar es de relajación, descarga de adrenalina y euforia total. El piloto ha visto numerosas reacciones de las personas que practican el deporte, pero sin duda se queda con una. “Lo que más llamó mi atención después de un vuelo biplaza fueron las primeras palabras de una joven: ‘Esto es tal cual lo soñé. Nadie debería morirse sin probarlo. Lo haría todos los días’”.

Fernando también comparte la opinión de la joven, ya que asegura que no se cansaría nunca de volar y genera adicción. Aunque si le gustaría volar en los Alpes, Afganistán o el Gran Atlas, no cambiaría Asturias por hacerlo en otro lugar. En el Picu Pienzu (Sierra del Sueve) se ubica el inicio de su vuelo más bonito. Con un despegue de 1200 metros de altitud aproximadamente, se aterriza en la playa de la Espasa (Caravia). “Es espectacular, montaña y mar en el mismo vuelo”.

Soñar que se puede imitar a las aves es siempre algo que ha estado presente en todas las culturas. La pasión de volar se ha hecho realidad gracias al parapente. Una herramienta contemporánea a disposición de todas esas personas que carecen de vértigo y quieren hacer su sueño realidad, comprobar cuánto se parece “volar” a “soñar que volamos”. Seguridad, quietud, silencio, si se vuela con cabeza, se puede llegar a sentir tan a salvo como en los sueños más confiados.

Vistas minutos antes de hacer parapente

Como dijo Leonardo Da Vinci: “Una vez que hayas probado el vuelo, siempre caminarás por la Tierra con la vista mirando al cielo, porque ya has estado allí y allí siempre desearás volver”. 



2 comentarios:

  1. ¡Excelente reportaje! A pesar de que impone, merece la pena pasar los nervios y el apuro inicial para tener una experiencia inovidable. :)

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  2. ¡Muy interesante el post, debe ser una experiencia alucinante!

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